De lavar platos a jugar un mundial
El santiagueño Emiliano Tade se fue en 2009 a Nueva
Zelanda y se empleó en un restaurante. Lo vieron jugar y fichó por un club.
Jugará el Mundial de Clubes por segundo año consecutivo
Su sueño no era ser futbolista, mucho menos jugar un
Mundial. Tras unos años en las inferiores del Club Mitre de Santiago del
Estero, se inclinó a estudiar abogacía; para Emiliano Tade la pelota no era más
que una excusa ideal para rodearse de amigos cada fin de semana. Pasaron casi
tres años y aquel chango recibe hoy como un "regalo de la vida" estar en el
Auckland City FC, el bicampeón de Oceanía, para jugar un Mundial de Clubes por
segunda vez consecutiva.
De lavaplatos a goleador. La vida de Tade en Santiago
estaba marcada por el andar cansino de la rutina. Deseaba salir al exterior
para vivir nuevas experiencias. "Sentía que no crecía como estudiante, ni como
persona ni nada. Necesitaba un cambio para abrir los ojos", cuenta.
Jugando al fútbol en su barrio conoció en 2009 a Martín
Pereyra, un chico que se preparaba para irse a Nueva Zelanda y a quien define
como su mentor. Al año siguiente, Tade partió hacia allí sin siquiera saber
inglés: "No podía llenar el formulario que te dan en el avión porque no sabía
qué era first name y last name".
En Nueva Zelanda, Pereyra ayudó a Tade a adaptarse y lo
invitó a probarse en el Lower Hutt, el club para el que su amigo jugaba en la
liga de invierno, una suerte de Copa Argentina, disputada por todos los equipos
del país. Aunque no quedó, luego asomaría el Wellington United en su vida. "El
fútbol nunca fue mi prioridad, sólo quería trabajar un año y viajar por Asia o
Europa", reconoce el delantero de 24 años.
El conjunto capitalino vio al santiagueño y lo fichó.
Poco antes, una amiga lo había ayudado a entrar a trabajar a un restaurante, su
medio de subsistencia. "A veces yo mismo me decía pero si en Argentina puedo
trabajar con mi viejo o estudiar. Aquí lavaba platos nueve horas y era un
desafío también por la lengua", repasa Tade, que dice haberse sentido un "sordomudo" en su primer semestre. "Nadie te entiende y vos no entendés a
nadie. ¡Me decían corré a la izquierda y me iba a la derecha!", relata.
Tras su primer torneo invernal, Team Wellington
seleccionó a Tade para la liga de verano, semiprofesional y constituida por
ocho clubes que eligen a los mejores del invierno. Allí alcanzó la semifinal,
donde cayó ante Auckland City, que al año siguiente lo ficharía para ser el
primer y único jugador argentino asalariado en el fútbol de Oceanía (excluyendo
Australia). Un motivo para golpearse el pecho.
Hasta mudarse a Auckland, núcleo económico del país, Tade
estuvo un año y medio lavando platos: "No tenía al fútbol como lo primordial
porque sabía que debía trabajar, pero estaba tan cómodo con mi vida que no lo
sufría", explica.
Un Mundial caído del cielo. Auckland City FC,
tetracampeón de Nueva Zelanda y de Oceanía, contrató al santiagueño como
refuerzo para el Mundial de Clubes 2011, donde Tade jugó casi media hora ante
Kashiwa Reysol de Japón, que vencería por 2 a 0.
"Al ser chico ves tan lejano un Mundial que ni lo
imaginás. Y hoy sigo sin caer al haberlo jugado. Me siento un afortunado",
expresa Tade.
La fortuna de Tade sigue en auge, ya que él y Auckland
City revalidaron este año la corona en Oceanía y ahora tienen una nueva chance
mundialista cuando abran la nueva edición del certamen el próximo jueves ante
Sanfrecce Hiroshima, el flamante campeón japonés. "La primera vez, los nervios
superaban todo, pero ahora iré más tranquilo para sentir y vivir este regalo",
asegura.
Ni rico ni famoso. Desde el año pasado, varios argentinos
buscaron al delantero del Auckland para emular sus pasos. "Me escriben como
diciendo ‘Hey, voy a Nueva Zelanda; necesito que hagas esto, esto y esto’.
Desde allá piensan que porque he jugado un Mundial de Clubes soy el presidente
del país, que tengo todos los contactos y no es así", manifiesta, contrariado.
Tade es crítico, pero entiende que la visión de muchos es
producto de un estereotipo del futbolista rico y famoso instalado por los
medios de comunicación: "Un error que tienen en Argentina es pensar que por ir
a un Mundial uno cobra millones”. Y subraya: “Aquí al futbolista no lo conoce
nadie y eso es lo que más me gusta. Vivo bien, tranquilo, pero sin excesos; no
tengo casa ni auto y capaz cobro lo mismo que cuando trabajaba, pero más
dedicado al fútbol".
Tade repiensa la idea: "En realidad no se si dedicarme es
la palabra. Lo que menos hago es pensar en eso, entonces digo que disfruto el
fútbol". Cuando caiga la noche del jueves en Japón y el santiagueño entre a la
escena mundial sin dudas lo hará.
Un brindis amargo. Como en el rugby, al finalizar los
partidos de fútbol en Nueva Zelanda existe el tercer tiempo, en el que ambos
equipos se reúnen a comer, los técnicos discuten sobre el juego y eligen una
figura de cada equipo a la que se premia con un vino o un voucher para cenar.
"No entendía cómo podía estar sentado con alguien que
diez minutos antes nos había ganado. Me tenía que comer su felicidad", dice
Tade, quien al inicio sólo se quedaba cuando su equipo era el vencedor, hasta
que le llamaron la atención. "La gente del club me dijo que me tenía que quedar
y de a poco me lo he ido tragando. Hoy ya lo entiendo y lo vivo como uno más",
asegura.
¿Algún otro aspecto entrelazado entre el rugby y el
fútbol? De arranque la respuesta es negativa, pero de inmediato Tade trae algo
a la charla que no le cierra en absoluto: "En la calle en vez de ver un
picadito, ¡están jugando con una pelota de rugby! ¡Hasta el día de hoy lo veo y
no lo comparto!".
Fuente: Diario Perfil.
Foto: ABC Deporte.
Mundial de Clubes 2012: Participación de un jugador santiagueño
Reviewed by Iván Goñi
on
enero 26, 2013
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